Mientras paseaba por el barrio musulmán de El Cairo se me ha acercado y me ha preguntado si era español. Ahmed ya me dijo el otro día que se nos reconoce a distancia. Le he dicho que sí. Me ha preguntado mi nombre. Se lo he dicho y le he preguntado el suyo. Ha sonreído y me ha dicho que se llama Mahmud. Le he dado la mano y se ha ido.
Un segundo después oigo mi nombre, me vuelvo y le veo posando y diciéndome que le hiciera una foto.
Le he hecho un par de ellas. Me ha saludado levantando el pulgar y se ha ido con su caja.
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