martes, 24 de enero de 2012

la lucecita parpadeante

Ocupaban mucho espacio. Ése era el problema de los hombres. No se trataba tan sólo de las piernas espatarradas y de pisar fuerte al bajar las escaleras. Era la exigencia constante de atención. Sentarse con otra mujer en una habitación significaba que podías pensar. Los hombres tenían esa lucecita parpadeante en la coronilla. "Hola. Soy yo. Sigo aquí."

De la novela Un pequeño inconveniente, del escritor inglés Mark Haddon [1963- ], autor también de El curioso incidente del perro a medianoche.

jueves, 19 de enero de 2012

política

Pero en efecto, de lo que menos conversábamos era de política. A mí siempre me ha repugnado ese tema, por más que en algunas ocasiones el hambre y la penuria me hayan impulsado hacia sus orillas, en donde me he detenido, alarmado de su pestilencia.

De la novela Bananos [1942], del escritor nicaragüense Emilio Quintana [1908-1971]

miércoles, 18 de enero de 2012

nuevo taller

Este jueves, 19 de enero, empezamos un nuevo taller de fotografía en Tierra de Fuego. Espero poder seguir repartiendo "aire fresco"...
Más información en mi web y en la de la librería.

talleres

Hace unos días me llegó un mail de alguien que ha estado asistiendo a uno de mis talleres en el que me decía:
Hoy es el último día....da mucha pena que esto termine. Cada jueves por la tarde era una bocanada de aire fresco, aprender cosas nuevas y emocionarnos juntos al ver fotografías.
La verdad es que es maravilloso recibir algo así: el mejor feedback que uno puede recibir por su trabajo. Lo de la "bocanada de aire fresco" he tenido la suerte de que me lo hayan dicho ya en otras ocasiones y creo que es de las mejores críticas que me pueden hacer: con la que está cayendo y con la cantidad de "aire tóxico" que respiramos cada día en todos los sentidos, poder compartir un poquito de aire fresco me encanta...
¡Gracias!

jueves, 12 de enero de 2012

El claro

Miércoles. Siete y veinte. Me siento a desayunar. Algo de fruta. Té. Tostadas. Tengo clase a las nueve.
Enciendo la tele. Oigo las mismas cosas de otros días, veo las mismas caras, siento el mismo aburrimiento al oir las noticias.
Bajo el volumen y cojo uno de los libros que tengo sobre la mesa: El cielo a medio hacer, Tomas Tranströmer. Encuentro esto:

Hay en medio del bosque un claro inesperado que solo puede encontrar aquel que se ha perdido.

Apuro el té que queda en la taza y me acerco al ordenador para compartirlo.

Sigo perdido / perdiéndome a la busca de algún claro inesperado en el que sorprenderme...

¿Qué hacen tus libros mientras duermes?

martes, 10 de enero de 2012

descubrir

Descubrir algo que existe desde hace mucho tiempo es una de mis experiencias más gratas. Uno se reprocha a sí mismo su ignorancia pero recibe algo a cambio.

Del libro El enigma de la luz del escritor neerlandés Cees Nooteboom [1933- ].

mis libros de 2011

Elizabeth y su jardín alemán :: Elizabeth von Arnim
Geografía I-II :: Estrabón
Vida y época de Michael K :: J. M. Coetzee
Discurso de la servidumbre voluntaria :: Etienne de la Boetie
El imperturbable Hans :: Helen Grant
G. :: John Berger
Geografía III-IV :: Estrabón
El curioso incidente del perro a medianoche :: Mark Haddon
Extraños en un tren :: Patricia Highsmith
¡Indignaos! :: Stéphane Hessel
Nada es sagrado, todo se puede decir :: Raoul Vaneigem
Los buenos años :: Iosu Perales
Reconocer lo que es :: Bert Hellinger y Gabriele ten Hövel
El parque de las hamacas :: Vicente Boix Bornay
Bananos :: Emilio Quintana
La mujer habitada :: Gioconda Belli
El comandante :: Fernando Silva
Copérnico :: John Banville
El lobo estepario :: Hermann Hesse
Cuentos :: Fernando Silva
El tesoro del cementerio :: [Bat Pat]
Los guardianes de la magia :: Erica Kirov
Las aventuras de Pinocho y otros relatos :: Carlo Collodi
La divina comedia :: Dante
Los cuentos de Beedle el Bardo :: J. K. Rowling
Los idus de marzo :: Thornton Wilder
La ley del espejo :: Yoshinori Noguchi
La plata de Britania :: Lindsey Davis
Seda :: Alessandro Baricco
Los novios :: Alejandro Manzoni
Orígenes :: Amin Maalouf
Caín :: José Saramago
Memorias de Agripina :: Pierre Grimal
Placer y peligro :: Carole S. Vance (comp.)
El palacio azul de los ingenieros belgas :: Fulgencio Argüelles
Tiberio :: Allan Massie
El sótano :: Thomas Bernhard
El país bajo mi piel :: Gioconda Belli
Las aventuras de Huckleberry Finn :: Mark Twain
Entre cielo y tierra :: Jón Kalman Stefánsson
Elena :: Evelyn Waugh
Las hijas de Egalia :: Gerd Brantenberg
Historia del Túnez moderno :: Kenneth J. Perkins
HHhH :: Laurent Binet
En defensa de la intolerancia :: Slavoj Zizek
El país de las mujeres :: Gioconda Belli
El escritor y sus fantasmas :: Ernesto Sábato
La práctica del relato :: Ángel Zapata
Un solo de clarinete :: Fernando Almena
Pipeto, el monito rosado :: Carlo Collodi
El arte de la ficción :: David Lodge
Los mapas etéreos :: Miguel Ángel Mendo
Nuevas masculinidades :: Àngels Carabí y Marta Segarra
El fabricante de lluvia :: William Camus
El enigma de la luz :: Cees Nooteboom
No mires debajo de la cama :: Juan José Millás
El cuaderno dorado :: Doris Lessing

mis libros de 2010
mis libros de 2009
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mis libros de 2006
mis libros de 2005

lunes, 9 de enero de 2012

"El juego"

[...] Con ello he vuelto a un estado mental ya olvidado, a algo que proviene de mi niñez. Por la noche acostumbraba a sentarme en la cama para jugar a lo que yo llamaba "el juego". Primero creaba el cuarto donde me encontraba, "nombrando" todas las cosas (la cama, el sillón, las cortinas) hasta que todo estaba contenido en mi mente. Después salía del cuarto y "creaba" la casa; luego salía de la casa y, poco a poco, iba "creando" la calle; y a continuación me elevaba al aire contemplando Londres por debajo de mí (los enormes e inacabables yermos de Londres), a la vez que conservaba en mi mente la imagen del cuarto, de la casa y de la calle. Posteriormente "creaba" Inglaterra, la forma de Inglaterra en Gran Bretaña, el grupito de islas colocadas frente al continente, y después, poco a poco, "hacía" el mundo, continente a continente, océano tras océano. La gracia del "juego" estribaba en crear esta vastedad reteniendo a la vez en la mente el cuarto, la casa y la calle en su pequeñez, hasta que conseguía llegar al punto en que salía al espacio y miraba el mundo, una bola bañada por el sol en el cielo que daba vueltas por debajo de mí. Al conseguir este punto, con las estrellas a mi alrededor y la pequeña Tierra girando debajo de mí, intentaba imaginar al mismo tiempo una gota de agua bullendo de vida o una hoja verde. A veces conseguía lo que deseaba, el conocimiento simultáneo de lo vasto y lo diminuto: también me concentraba en una sola criatura, un pececito de colores en un lago, una sola flor o una mariposa, y trataba de crear, de "nombrar" el ser de la flor, la mariposa y el pez, creando poco a poco a su alrededor el bosque, el lago o el espacio de aire que soplaba en medio de la noche, agitándome como si tuviera alas. Era así como yo podía "pasar" de lo pequeño a la inmensidad del espacio.
Cuando era niña, me resultaba fácil. Y ahora me parece como si hubiera vivido durante años en un estado de excitación gracias a aquel "juego". En estos momentos me resulta muy difícil volver a jugar así. Esta tarde me agoté al cabo de unos minutos. No obstante, conseguí, sólo durante unos segundos, ver a la Tierra girando bajo mis pies, mientras la luz del sol se hundía en la panza de Asia y las Américas se adentraban en la oscuridad. [...]


De la novela El cuaderno dorado, de la escritora británica Doris Lessing [1919- ].

envejecer

Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.

Un sobrecillo de azúcar que encontré hace unos días en un bar de Algeciras atribuía esta frase a Ingmar Bergman.

tengo el corazón contento...

Mi abuela se despertó el día 1 diciendo que no podía quitarse de la cabeza esta canción...

;o)