sábado, 15 de mayo de 2010

Llegué

Ya estoy en Cracovia. Sano y salvo. Ningún problema con el Eyjafjallajökull y sus cenizas.
Sano y salvo pero con un poco de sueño: despertador a las cuatro, salgo a las cinco de casa, taxi al aeropuerto y avión a las 7.40. Llego a Munich a las 10 y 10 y despegamos de nuevo una hora más tarde. Aterrizamos en Cracovia a las 12.30.
Puntualidad germánica de Lufthansa: todo tal cual aparecía en los datos del billete. Ni un minuto más ni un minuto menos.
En el aeropuerto Juan Pablo II de Cracovia me espera Abel, el director del Instituto aquí. Un tipo estupendo que me da algunas primeras indicaciones y me deja en el Hotel Wawel. Escribo esta nota desde la habitación 301.

Mi Lonely Planet dice:
Idílicamente localizado junto a la concurrida ul Grodzka, pero lo suficientemente apartado de la misma como para evitar sus inconvenientes, se trata del antiguo Wawel-Tourist, de precio medio. Tras un buen remozamiento, sus 40 habitaciones, amplias y confortables, ahora resultan muy estilosas.

Voy a organizarme un poco en la habitación y salgo a la calle a cambiar pasta, comer algo y darme una vuelta.

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